La mercadotecnia como lenguaje

 

Para poder entender los procesos de actitud que se dan hoy en dia, ser exitosos en la relaciones modulares y objetivos modulares hay que aprender a reconocer los procesos educativos y de comunicación actuales.

El sistema educativo es rebasado fácilmente por la cantidad de estímulos de comunicación que hoy nos podemos encontrar en la carretera, un supermercado o una televisión, estímulos diseñados para crear hábitos, hábitos de consumo que se traducen eventualmente en hábitos de actitud..

En vez de civismo, el estudio de los buenos hábitos, es mejor ser cool; en vez de ser elegante es mejor estar maquillado o lleno de letreros con perritos y cocodrilos. Un reconocimiento de la sociedad por medio del reconocimiento de sus marcas. Un intercambio diabólico de símbolos mayores por muchos símbolos menores. Una especie de idolatría sistematizada. Como si yo prefiriera ser Cartier que Díaz Infante, sin embargo prefiero un objeto de segunda si es época de barata (idolatría menor).

Hay tres dinámicas que se pudiesen visualizar para poder hacer una especie de imagen mental: una aditiva, en la cual se suma la información de las dos líneas de comunicación; la otra es cuando la escuela sirve de trampolín a la cultura mercadotécnica, cuando la escuela benera los símbolos sociales; la tercera sería cuando hay una contraposición. En cualquiera de los casos anteriores son procesos que se caracterizan por ser procesos incompletos que lo que sí generan es rebasar en todo momento la capacidad de reflexión. De tal manera que el individuo actúa más en base a reflejos que a reflexiones. Lo más sencillo se vuelve el escoger propuestas en una alberca de opciones limitadas. Es ese proceso de escoger una posición y defenderla con los excesos de información (desinformación) lo que crea las actitudes modernas. Ante el exceso de medios, instrumentos, procesos, elementos, maneras, monedas y lenguajes no queda otra manera de tener éxito más que recurrir a la síntesis del lenguaje, al recurso del menor esfuerzo. Es decir la pseudoasimilación de gramáticas fragmentadas por una necesidad de sintetizar excesos de información ante la inminente necesidad de acción competitiva en un ambiente caníbal. Estas síntesis son feroces: "Yo quiero más", "Yo quiero más dinero", "lo que quiero es casarme", son sólo ejemplos mínimos. Esta manera fractal de ver el mundo nos pone a tener en realidad un diálogo como entre Jane y Tarzan en el mejor de los casos. El marketing es la ciencia del éxito contemporáneo, establece los objetivos, marca la estrategia, desnuda el proceso de cualquier otra moral y finalmente se desresponsabiliza ya que el individuo tiene la opción de escoger no vivir en esta sociedad.

Los racionales fragmentados como aquel que diría "una película con violencia siempre tendrá éxito" o "es mejor tener más ofertas que mejores productos" o "la televisión vende todo"son aquellos que predominan en la inteligencia del especulador pero que se vuelven cultura. No tienen explicación ni fundamento.

Sí la solución fuese una persona y la vieran de frente no la reconocerían, fue mi conclusión cuando trabajé en el Instituto Federal Electoral, la Universidad Autónoma de México, el Instituto Latinoaméricano de Contenidos Educativos y otros lugares donde se supone que se planean las estrategias del futuro del país, me di cuenta de tener dos obstáculos mayores: el proceso de síntesis que acabo de describir y la especilización. Ambos factores no permiten tener una conversación integradora o universal y menos inteligente. Son elementos de formación que no permiten reconocer una solución integradora a un problema y que responde siempre en soluciones parciales.

Para establecer una conversación el racional sería el desintegrar la conversación en elementos que puedan comprender. La imagen es como si trataramos de conversar con un niño de12 años que sabe mucho de ingeniería. Es muy importante saber diseñar una conversación y, cada conversación requiere de tener un diseño específico en base al perfil de persona con el que estamos hablando.